Jugar sin juguetes: posible y beneficioso
Volver a juegos sencillos y en contacto con el entorno fomenta la creatividad y desarrollo del niño
En verano, muchas familias pasarán unos días en el pueblo, en la playa o en el campo. Posiblemente, una de las cosas que más nos apetece es que nuestros hijos puedan jugar en contacto con la natura, en calles mucho más tranquilas que las de la urbe… Jugar de una forma más sencilla pero más pura, valiéndose de lo que el entorno le ofrece y aparcando los juguetes comprados. Hoy os hablamos de cómo jugar y aprender más allá de los juguetes, de volver a los orígenes, algo que vale para todo el año y para pequeños de todas las edades.
Botella sensorial - Fuente
Y es que los niños de hoy, en general, disponen en sus casas de muchos juguetes que no necesariamente les satisfacen ni son la mejor opción para su divertimiento y desarrollo. La publicidad, las modas o simplemente la creencia de los padres de que el niño necesita “estímulos” o “distraerse” hacen que acumulemos infinitos. Muchas veces, sin embargo, el niño o niña no jugará con ellos (o se cansará pronto) porque él será el único participante del juego. Además, si ojeáis el repertorio de juguetes de vuestros peques, en la mayor parte de los casos veréis que son de plástico y de colores vivos muy similares, ¿verdad? Esa es una de las críticas que los expertos hacen a la hora de hablar del juego infantil: los niños, especialmente hasta los dos años, cuando se encuentran en pleno estadio motor, necesitan explorar su entorno a través de sus sentidos, con lo cual es preferible proporcionarles objetos de formas, consistencias, texturas y olores distintos para favorecer así su desarrollo y experimentación.
Pintar con spaghetti - Fuente
¿Y qué mejor forma (¡y más barata!) de descubrir el mundo que hacerlo a través de sus elementos naturales? Elaborar una caja sensorial, a partir de los seis meses, es una forma fantástica de permitirles tener nuevas experiencias: podemos rellenar una caja o cesta con elementos como arroz seco, pétalos, piel de naranja, papel de envolver, conchas, cucharas de madera, etc.
También podremos hacer pequeños jardines en cajas, jugar con coches en cajas llenas de arena y piedras, simular una pecera o crear una telaraña en una caja agujereada por los lados.
Caja sensorial con tela de araña - Fuente
Usar los elementos que nos ofrece el entorno como juguetes es igual de válido para los niños más mayores, quienes le darán el significado y uso que deseen en cada momento. El desarrollo de la imaginación y creatividad del niño es inversamente proporcional al grado de estructuración y definición del juego en cuestión: es decir, cuando un niño recibe un juego en el que está preestablecido lo que tiene que hacer con él, no ejercitará su mente para ver cómo usarlo, cómo adaptarlo a su personalidad, a sus objetivos, etc.
Juego sensorial con pasta - Fuente
Arcoiris sensorial con arroz - Fuente
Si bien es cierto que los juegos tradicionales han perdido protagonismo, movimientos recientes de crianza natural y de fomento de la creatividad de los pequeños están tratando de recuperar el juego libre, formas de jugar menos mediadas, tanto de forma autónoma para promover el autoconocimiento del niño como de forma compartida, algo que muchos expertos recomiendan al haber detectado que muchos niños terminan jugando solos, de forma aislada y sedentaria. De hecho, en algunos parques infantiles nórdicos se apuesta por ofrecer elementos naturales en sustitución de los típicos juguetes de parque.
Tubos sensoriales con pajitas - Fuente
Sin embargo, esto no significa que el niño deba pasar el día jugando; de hecho, que un niño se “aburra”, que no decidamos nosotros por él o ella a qué tiene que jugar o si tiene que “distraerse”, ejercitará sus recursos, su imaginación y su adaptabilidad. Además, jugar no es algo que haya que hacerlo en un momento y en un espacio determinado; jugar es una forma de entender la vida y la cotidianeidad de la familia y de la crianza. Podemos “jugar” distribuyendo la compra del súper por colores, mientras cocinamos, usando objetos o telas de la casa para construir una cabaña en el comedor, etc. En definitiva, potenciar los elementos creativos y la formación de valores en cualquier actividad familiar, dejándonos llevar por su inventiva pudiendo sugerir y opinar…
Cubitos de hielo de colores - Fuente
En resumen, jugar va más allá de los juguetes. Jugar es aprender, es disfrutar, es cansarse y aburrirse, es imaginar, fantasear, construir y compartir. Y para ellos, démoslo por seguro, ninguna última novedad en juguetes supera lo que la natura, las personas y ellos mismos pueden ofrecer.
Y para vuestros pequeños, ¿cuáles son los juegos favoritos? ¿Fomentáis en ello el juego libre? ¡Nos encantará conocer vuestras experiencias y opiniones!
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